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ENTREVISTAS

2019 Universitat d’Alacant

Génesis García: «La máxima expresión de libertad en el arte flamenco la da la bailaora»

Entrevista realizada para el libro Mundo y formas del flamenco. La memoria que nos une.

CRISTINA MARTÍNEZ octubre 2019

Tarjeta de presentación del libro «Mundo y formas del flamenco. La memoria que nos une» en el que se incluye la entrevista que reproducimos a continuación.

Son varias las ocasiones en las que Génesis García ha participado en el ciclo «Mundo y formas del flamenco», convertida en uno de los pilares básicos del estudio del arte jondo. Por eso firma la biografía de José Menese. De éste y otros temas, como el cante de las minas, habló esta investigadora del flamenco, además de filóloga.

Solo con los títulos de sus intervenciones en el curso «Mundo y formas el flamenco» ya podemos hacer esta entrevista. En una ocasión habló de los símbolos de la libertad en el baile flamenco. ¿Cuáles son?

La máxima expresión de libertad en el arte flamenco la da la bailaora, porque es ella la que se mete en los ropajes de la sumisión de la mujer y los maneja con su arte como elementos de liberación.
El mantón y la cola, que obligan a la quietud y el estatismo, se los baila, los voltea, los domina… Arroja de sí la cola, y la atrae, se la abraza, se la enrosca, se la cuelga, la pasea y se la coloca, sometida y planchá, a sus pies. Cambia la zapatilla de la bailarina de andar suave, gatuno, sumiso y saltarín, por zapato de tacón fuerte y dominador, con el que hace percusión, golpeando con total poderío la madera bajo sus pies. Las peinetas y peines que sujetan el pelo saltan fuera por la energía de su baile liberador. Y termina con desplantes. O abandona el escenario dando la espalda poderosa y la cabeza erguida, rubricando, siempre, quien es la que manda en su persona cuando ella se expresa en su baile ancestral.

¿Todavía existe mucho machismo en el mundo del flamenco o se han superado muchas barreras?

En la manifestación de su arte, la mujer flamenca tiene una gestualidad de independencia y autonomía que no tiene en ningún otro canto ni en ninguna otra danza. Y el hombre flamenco, como artista, ha rendido culto de maestras a las grandes del flamenco, Pastora Pavón y Carmen Amaya, por ejemplo. Las mujeres forman parte del mundo del flamenco desde su mismo origen. Y no hay que olvidar que el arte flamenco encontró en la flamenca macarena, heredera de las jácaras y de las majas, la mujer fuerte y dominadora que lo jondo precisa para serlo.
Entiendo que esa pregunta está referida no al arte flamenco como tal sino al grupo humano del mundo del flamenco, que lo forman familias de artistas, aficionados, estudiosos, analistas, representantes, periodistas, productores, etc… Un grupo heterogéneo en el que la mujer y sus méritos son siempre respetados. Y si nos ponemos ya en el terreno sociológico, lo que yo observo es que el “combate” feminista tiene en España una fuerza superior, contrastada en la calle, que no le viene del sufragismo feminista originario, sino que está impulsado por la fuerza tradicional en la mujer hispana. De la cual la flamenca es el paradigma, por la extraordinaria visibilidad de su arte.
Sobrecogido con la aparición de Pastora Imperio en el escenario, edad madura, brazo en alto y mantón dominado, Salvador de Madariaga, en misión diplomática para la II República, escribió que echaba de ver en ella un rasgo que quiso poner de relieve: el carácter imperioso y arrogante de la bailaora, tan bien llamada Pastora “Imperio”:

“Entre los muchos movimientos que se observan en el baile flamenco, no se hallará nunca lugar para nada que exprese sumisión, humildad; mientras que los que sugieren imperiosidad, dominio, desdén, arrogancia, encuentran con frecuencia en la bailaora su expresión más plástica y perfecta”.

En otra ocasión vino a hablar del tristemente desaparecido José Menese de cuya biografía es autora. ¿Qué supuso su figura en el cante flamenco?

Menese fue la voz de la Cultura Jonda que Falla y Lorca forjaron en los años 20 y que los intelectuales de los años 50 y 60 revalorizaron. Sin Menese, la Cultura jonda habría quedado escrita, pero no habría cobrado vida en el cante. Y esa voz contribuyó a una nueva percepción social del cante flamenco a partir de su irrupción, como un reguero de polvora, en los años 60 del siglo XX. La entrega existencial de Menese al cante flamenco permitió que la llama de lo jondo siguiera viva. Avanzando su fuego sobre las cenizas del burdel modernista, hasta alcanzar a los sectores sociales españoles que antes lo despreciaban.

También vino a hablar de la renovación de las letras del flamenco en José Menese. ¿En qué medida supusieron una revolución?

Menese fue el gran valedor de la ortodoxia. Lo que renovó fue las letras, por idea suya y con la dedicación de Francisco Moreno Galván a crear un nuevo corpus de letras magníficas puestas en clave popular, tradicional, social y política. Eso fue una revolución, paralela a la otra instrumental que Camarón-Lucía estaban protagonizando y que tomó la delantera en los 80, mientras José Menese velaba en La Puerta Ronda. Pero la renovación en las letras no ha seguido. Porque perteneció a un mundo y un contexto y un compromiso desaparecidos, producto de una experiencia vital y cultural que ya no existe ni existirá. Aparte de otras cuestiones de derechos de autor que han incidido mucho en el asunto de las letras pero que nos llevaría a territorios aparte de los que en esta entrevista estamos transitando.

¿Cree que se ha avanzado mucho en la evolución del flamenco?

El flamenco ha avanzado mucho en su manifestación en el escenario como espectáculo, que ahora es muy potente. Pero el canon del cante jondo es estable. Y aunque la voz jonda tiene menor presencia en mundo del espectáculo flamenco, su avance es mantenerse, a veces en vela, como lo hizo durante el operismo. Ahora bien, espectáculo flamenco y flamenco cabal de pequeño formato son mundos paralelos, pero llamados a alimentarse uno de otro: mientras que la evolución del espectáculo la vemos a lo lejos, sobreiluminada en los escenarios, la llama que mantiene vivo lo jondo la vivimos cuerpo a cuerpo, en las Peñas sobre todo. A la Peña Flamenca Antonio Piñana, a la que pertenezco, los jóvenes acuden por días. Raro el que no aparece un socio nuevo. Muchas socias. Así que lo que pasa en los grandes y rutilantes escenarios a los que el flamenco se sube es un buen vendaval que mueve los tambalillos del flamenco, pero no lo arranca de su raíz que es, sin duda, el cante. Porque el cante es el que da la medida de lo jondo.

¿Fusión sí o no?

Sí. Siempre la hubo. Y hay. Y habrá fusiones.
El flamenco se ha configurado como un género libre precisamente por haber nacido al margen de los escenarios oficiales. Libre en lo musical, creando y recreando los artistas ajenos al mundo de las normas y las academias, fusionando y desarrollando otros géneros, aunque, eso sí, legitimándose siempre en el respeto a la tradición y a los maestros; y en lo social, viviendo los artistas su propia vida flamenca, libre y marginal.
Pero las márgenes también pertenecen al río de la historia. Así que, marginal y todo, el flamenco se actualiza porque ha estado en el decurso de la historia de España, en las distintas preferencias musicales candidatas a simbolizar el alma nacional española. Y, sobre todo, en lo que a fusiones se refiere, tengamos en cuenta que con su arte flamenco se ganan la vida los artistas. Por ello, el flamenco se expresa incorporando nuevas formas artísticas según los tiempos. Justamente por eso el flamenco no es folklore estático y residual, sino un arte vivo y actual.
De modo que fusión, sí. Con una previa: el flamenco da a otras músicas mucho más de lo que el flamenco recibe. Siempre que se mantenga esa jerarquía, vamos bien en cuanto a fusiones se refiere.

¿El flamenco es inabarcable?

Sí. Por eso conviene delimitar los conocimientos sobre el flamenco para no hacernos una madeja. Intentar abarcar el flamenco implica una doble sabiduría: la del especialista en el género, en recabar datos biográficos y musicales, diferentes estilos de palos y la evolución en sus artistas; y la del generalista, la antropológica y cultural, capaz de insertar ese mundo propio y diferenciado en las instituciones musicales privadas y públicas que lo han mantenido al paso de los cambios económicos, políticos, sociales, culturales, identitarios…
Por ello son ignorantes los reproches que algunos le hacen a García Lorca porque “no sabía de flamenco”. Quieren decir que no tenía los saberes del especialista. Pero lo que Lorca y Falla sabían sobre el flamenco como manifestación musical de un pueblo milenario (aunque haya que decir que el flamenco en su valor musical le fue revelado a Falla por parte de músicos nacionalistas extranjeros) ha permitido que el flamenco haya sido presentado al mundo, que el flamenco viva. Hasta en boca de los que arrojan “basura bajo las estatuas”. La gratitud con lo que han hecho los que nos anteceden, con lo que han aportado artistas y estudiosos, cada cual en su terreno, es de ley. Por la contribución de todos a que el flamenco haya alcanzado a ser la manifestación artística por excelencia del genio hispano.

El flamenco ha llegado a la universidad, buena prueba de ellos son estos cursos. ¿A cree que se debe ese vuelco y qué papel juegan cursos como los de Alicante?

En lo que yo sé, el flamenco ha llegado hasta la Universidad de Alicante por la inteligencia y la entrega de José Antonio Martínez Bernicola y de Josefina Samper. Ambos como adalides de la Cultura jonda. Yo no he conocido, ni seguramente existe, pasión mayor de un intelectual por el flamenco cual fue la de nuestro “Berni”. En todos sus niveles, sin desmayar. Hasta cultivar amistades imposibles para personas de menor temple afectivo. Y todo, por amor al flamenco como expresión de un arte universal. Y dejó su fervor en su familia, en sus hijos Pastora y Pablo, que pasean su nombre y afición por todo el mundo. Y dejó en Alicante y en su Universidad la parte de su labor que hizo posibles aquellos y estos cursos. Los que Josefina Samper gestiona con tesón, mucha capacidad organizativa y agradecida con el apoyo de las personas e instituciones. Y cuyo éxito demuestra cada año con la asistencia de tantos interesados en la cultura flamenca. Mientras que la Peña Flamenca de Alicante está en el flamenco del cuarto de los cabales. Dos mundos paralelos, que en el flamenco se complementan y a los que antes me refería, existen en Alicante.
Cuidarlos los que tenéis medios, porque ellos, vuestra ciudad y el flamenco lo merecen.