Flamenco, memoria y libertad
Ponencias
MÚSICA PARA REZAR, MÚSICA PARA BAILAR, MÚSICA PARA LLORAR
Actas del Coloquio Internacional «Antropología y Música. Diálogos 4»
Pensar el Flamenco desde las Ciencias Sociales
Título
Música para rezar, música para bailar, música para llorar
Autora: García Gómez, Génesis
Fecha: 2003
ISBN: 978-84-9749-448-9
El flamenco, una música doblemente maldita
Génesis García, Granada, 2003*
Los ponentes del programa Pensar el flamenco desde las Ciencias Sociales, organizado por el Centro de Investigaciones Etnológicas Ángel Ganivet, escuchábamos al etnomusicólogo italiano Angelo Pantaleoni, que me precedía en las intervenciones, y que empezó preguntándonos a los asistentes españoles:
“¿Por qué el flamenco es identidad española fuera de España y rechazo absoluto a esa identidad en la propia España?”
Mi respuesta argumentada a la cuestión que había planteado Pantaleoni fue la que sigue:
La causa de que el flamenco en España sea rechazado como nuestra alma nacional se debe a que es percibido como un género maldito en lo musical y maldecido en lo social**.
-El malditismo musical se lo da su carácter vocal orientalista, por el que respira música grecopersa, hebrea, cristiana, bizantina y andalusí. Una tendencia al exhibicionismo vocal que había quedado en la cultura popular y que había sido propia de jazanes, diáconos y rezadores de tres religiones monoteístas. Individualismo vocal que empezó a ser combatido por las respectivas ortodoxias litúrgicas, porque sus sutilezas, imposturas y artificios hacían olvidar a los creyentes la pura voz de Dios***. Pero es que, antes o después, y a pesar del fervor popular, todas las ortodoxias terminan maldiciendo el exhibicionismo vocal como música ficta, según resulta la experiencia que tenemos también en flamenco****.
-El flamenco ha sido maldecido en lo social por los escritores antiflamenquistas, los de la España que leía y escribía desde finales del XVIII, la ilustrada afrancesada y sus herederos, que era la que consideraba que la vida gitana “a lo majo y a lo flamenco” era una de las lacras que impedían el progreso de la patria. Y, por tratarse de un rechazo sociológico, cultural y político, compete a los españoles como cuestión nacional, y no afecta al juicio, ajeno a esos prejuicios, que sobre el flamenco tienen los extranjeros.
Precisamente el trabajo que yo presentaba, al que adjunto este preámbulo, daba cuenta del origen de ese malditismo y de cómo en España esa música habría venido a ser Música para rezar, música para bailar y música para llorar, ya en su versión como género flamenco. Y como, finalmente, gracias a músicos y escritores vanguardistas, España ha proyectado el flamenco hacia una simbología cultural no nacional, sino jonda en el tiempo y jonda en el espacio. La que ha colocado la percepción del flamenco en el ámbito de la expresión artística universal.
*Como fue una intervención oral improvisada, ...
no aparece en las actas del programa, publicadas en 2005 en la revista Música Oral del Sur, por eso aparece como adjunto. Las notas han sido redactadas al recuperar este texto, en febrero de 2021
**Este trabajo era el primero de otros que he dedicado ...
a explicar la paradoja de ser el flamenco símbolo del alma nacional en el extranjero sin serlo en la propia España, donde a finales del siglo XIX ya había sentencia: el folklore, alma nacional; el flamenco, canalla marginal. Ver este tema desarrollado con posterioridad como “El flamenco no está en los escritos”, con nuevos datos y perspectivas y formatos multimedia en Cursos, UCAM, 2016-18; UMAY, 2019-20; UNIA, 2020; UPO 2020.
***Si acaso las voces rezadoras en las tres religiones monoteístas ...
se consagraban a la perfección de su voz, irritaban a sus respectivas ortodoxias, por estar más pendientes de la exhibición propia que de la palabra sagrada que rezaban. La reforma de la liturgia católica gregoriana se impuso benedictina para meter en cintura desde Roma la participación popular en el canto en las Iglesias nacionales, que en España era muy potente.
****Siguiendo la estela de Don Preciso, quien bramaba contra ...
los visajes y retorcimientos vocales y gestuales con los que el canto operístico corrompía la sencillez del canto nacional. Por lo que imagino su estupor si alcanzara a ver la versión de Cecilia Bartoli, ayudada por la guitarra flamenca de Daniel Casares, del Polo del Contrabandista que Manuel García del Pópulo compuso en 1800, los años en los que Don Preciso escribía contra tan nefasta costumbre. Como haría Antonio Machado Álvarez, ya hablando del peligro de agachonamiento del flamenco gitano. Y como hizo Manuel de Falla y toda la ortodoxia gitanista antioperística, acusando a la tendencia al lucimiento de la voz de Chacón y a la naturaleza de los cantes libres y de Levante de corromper con tal exhibición tarantera la esencia nuda de la voz jonda.